“Amor
amor obesidad hermana /soplo de fuelle hasta abombar las horas/ y encontrarse
al salir una mañana…” Estos versos sin sentido del poeta Gerardo Diego son un
non-sense: una unión incoherente de palabras y, por extensión, de acciones, imágenes, sonidos... Lo paradójico es que el non-sense no es un error gramatical sino una figura retórica
y hasta una forma artística que ha dado lugar a narraciones como Alicia en el país de las maravillas, las
greguerías de Gómez de la Serna, el teatro del absurdo o el cine de los
Hermanos Marx.
Julio Cortázar en Rayuela (cap. 68)
incluye el siguiente non-sense: “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le
agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvaje ambonios, en sustalos
exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en
un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo
cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando,
reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se
le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia.”