jueves, 17 de diciembre de 2020

La ubicación del relato audiovisual

La novela Formas de volver a casa (2011), de Alejandro Zambra, comienza con el protagonista, el propio autor a la edad de nueve años, contando cómo un día salió con sus padres a recorrer la ciudad, se separó un instante de ellos y le dieron por perdido, cuando, en realidad, él siempre consideró que los que se perdieron fueron sus padres, pues de hecho llegó a casa antes que ellos.

Esta historia nos recuerda que, en ocasiones, damos por sentado, es decir, por aprendido, muchas cosas que realmente son muy complejas. Por ejemplo, salir a la calle, ir a comprar pan a la tienda que está a dos manzanas más allá de nuestro domicilio y regresar sin que nos hayamos perdido ni al ir ni al volver.


Y, sin embargo, hasta los 12 años, los padres no dejan que los niños salgan solos y se lo permiten para trayectos que ya han hecho muchas veces acompañados. El paisaje urbano tiene para ellos algo de selva. Desde luego, no es lo mismo que el barrio tenga un trazado de calles en damero o sea un laberinto de calles estrechas.

 En cualquier caso, el niño necesita aprender a ubicarse, conocer el trazado de las calles, medir las distancias… y ha de tener habilidades sociales y emocionales para pedir ayuda y solventar posibles problemas. Es más, los urbanistas han trazado la ciudad de una manera que le ayuda y le protege en su periplo. Hay aceras, bolardos, cruces de peatones, carteles con el nombre de las calles… Sin duda, de todo esto se sirvió el niño Alejandro Zambra para volver a casa. 

Pues bien, cuando vemos una película o una serie, pasa algo parecido. Damos por sentado que sabemos movernos por la geografía del relato, pero, en realidad, también hemos pasado por un proceso de aprendizaje y hay alguien, una especie de urbanista audiovisual, que ha trazado el espacio para que no nos perdamos. Hay, si se prefiere utilizar esta palabra, un topógrafo. El trabajo del topógrafo consiste en representar en un plano la superficie o el relieve de un terreno. En el audiovisual, hay que hacer algo parecido, si bien no existe un urbanista o topógrafo como tal. Es más bien, un trabajo en equipo: el guionista fabula los lugares, el productor y el director artístico los localizan o mandan construirlos en decorados, la puesta en escena del director los rueda, la sucesión de planos del montador los ordena, etc.

En esta entrada vamos a ocuparnos de topografiar la ubicación del relato. ¿Dónde pasa la trama? ¿Estamos en París, en la Patagonia, en Siberia, en un barco, en un avión, en una cárcel? ¿El espacio es real o es imaginado? ¿Es un viaje y, por lo tanto, la ubicación es un recorrido a lo largo de un río, una selva o un mar?

La primera idea que hay que retener es que la ubicación tiene que marcarse en el arranque del relato, en los primeros minutos, en las primeras imágenes, cuando se presenta el mundo ordinario. Como sabes, el mundo ordinario es el contexto en el que vive el protagonista, el espacio y tiempo en que se sitúa la acción. Para crear el espacio del mundo ordinario os propongo utilizar la teoría de Kevin Lynch. Lynch es un urbanista que en los años 60 escribe un libro titulado La imagen de la ciudad. Pretende describir cómo son las ciudades desde el punto de vista visual, pues es la imagen la que ayuda a los peatones a moverse por la ciudad, a disfrutarla, a no perderse. Llega a la conclusión que en toda ciudad hay, digamos, cinco imágenes guía. Son: las sendas, los bordes, los barrios, los nodos y los mojones. Nuestra percepción de la ciudad es fragmentaria y parcial y solo integrando estas parcialidades es como obtenemos su imagen. Vamos a ver, por lo tanto, qué son esos cinco elementos y vamos a mostrar cómo se aplican en el relato audiovisual.

Kevin Lynch señala que las sendas son las vías que recorren las personas. En la ciudad, son las calles, los callejones, las avenidas o los bulevares. En el campo, son los caminos que llevan de una localidad a otra y también las veredas que llevan a un paraje donde hay una fuente, un prado, un molino... Todas esas sendas se diferencian por el número de carriles, su anchura, o la geometría de su diseño, y pueden relacionarse con otros elementos como hitos y bordes.

Un ejemplo de comienzo del mundo ordinario con una senda es El Delator. En realidad, John Ford comienza con los títulos de crédito. Luego coloca un cartel que nos da el cronotopo. Estamos en un Dublín insurrecto en una noche de 1922. Es decir, el contexto del filme es la lucha de Irlanda por la independencia. Luego aparece la primera imagen del relato. Es el protagonista caminando por una calle. Sus paredes están llenas de carteles. Uno de ellos ofrece una recompensa por entregar a un líder irlandés. ¿Será nuestro protagonista quién le entregue a los ingleses? De esto va la película.

Los bordes son límites entre dos estados distintos, elementos fronterizos, como muros, vallas, ríos, la línea de la costa... Actúan como referencias laterales. Por ejemplo, las murallas de Ávila o el límite de la costa en Barcelona. Los bordes más fuertes son los más prominentes, los que ofrecen mayor continuidad y los de mayor impenetrabilidad, como las murallas. El borde nos permite percibir la globalidad de un barrio o una ciudad y descubrir su carácter.

Ciudadano Kane de Orson Welles comienza con un límite. Una valla que indica “Prohibido el Paso”. El paso a qué. A Xanadú la mansión que el magnate de la prensa Charles Foster Kane ha construido para su amante. Kane le puso ese nombre, Xanadú, porque así se llamaba la capital de verano del emperador mongol de Kublai Kan, al que quisiera emular. Cruzar el límite, averiguar quién era en realidad Kane, es el propósito de la trama de la película.

Los barrios, dice Lynch, son secciones de la ciudad que poseen un carácter homogéneo y distinguible de las otras zonas que los rodean. Se puede entrar en ellos, pero también se los puede observar desde fuera o desde su borde. Las características físicas que los determinan, como las texturas, algunos símbolos, el tipo de construcción o los usos y actividades se manifiestan con continuidad, y también pueden ser distinguidos por cierto tipo de habitantes o sonidos característicos. En Madrid, por ejemplo, el Barrio de Lavapiés y el Barrio de Salamanca.

En la película inglesa Pasaporte para Pimlico, Pimlico es una zona de Londres. Para hacer una gracia, estamos ante una comedia, las primeras imágenes presentan el barrio como si estuviese en el Caribe. Hace tanto calor que hasta la gente toma el sol en bañador. Los habitantes de Pimlico consideran que viven en un barrio tan singular que un incidente les lleva a querer convertirse en un estado independiente.

Para Lynch, los nodos suponen puntos estratégicos, focos o núcleos. Pueden ser la confluencia de sendas o espacios centrales de los barrios: un cruce, una esquina donde se reúne la gente, un parque o una plaza. Desde ellos se parte, o hacia ellos uno se encamina. En ellos deben adoptarse decisiones y los elementos que los rodean se perciben con más atención y claridad. Muchos nodos, aunque también las sendas, se designan gracias a los letreros que cuelgan de los muros de la ciudad como Plaza de España o Plaza Mayor en Madrid.

Un ejemplo de comienzo del mundo ordinario con un nodo es Las uvas de la ira, de John Ford. En la foto podéis ver el primer plano de la película. Muestran a un hombre que lleva kilómetros caminando y se aproxima a un cruce de carreteras. Ha salido de la cárcel y solo quiere encontrar el camino que le permita vivir sin tener que matar a nadie. Pero son los años de la Gran Depresión y cuando llegue a casa, toda la familia tendrá que recorrer las carreteras del país en busca de trabajo.

Los mojones o hitos, dice Kevin Lynch, son puntos de referencia observados desde el exterior. Pueden estar distantes o ser locales y, también, estar dentro o fuera de la ciudad. La singularidad es clave en estos elementos, ya que requieren poder ser distinguidos de manera inequívoca. Así son más fáciles de identificar si su forma es nítida, si contrastan con su fondo y si se encuentran en una situación espacial prominente. También dice Lynch que la imagen de los hitos se fortalece si se ligan a una historia, un signo o un significado. Por ejemplo, la libertad.

Mary Poppins comienza con una vista aérea nocturna donde se puede ver el Bing Ben, el reloj por el que reconocemos inmediatamente la ciudad de Londres. Luego entran los títulos de créditos y a continuación aparece la protagonista sentada en una nube y sobrevolando la ciudad. Pronto, gracias a ella, una familia inglesa volverá a encontrar la felicidad.

Naturalmente, un relato audiovisual puede comenzar con una serie de imágenes que nos muestren, al mismo tiempo, un barrio y un borde o una calle y un mojón o cualquier otra combinación. Un ejemplo de estas interrelaciones es Manhattan (1979) de Woody Allen.


Ver: Through the Looking Glass: Images of the Ordinary World in Oscar-Nominated Spanish Cinema Diez Puertas, Emeterio y M. de Arana Aroca Architechture and the Urban in Spanish Film. Bristol: Intellect Books