Se atribuye a Cicerón (silgo I a. C.) la idea de que el propósito final de cualquier discurso retórico es conseguir que el público experimente una triple experiencia o unos efectos que él llama “docere, delectare y moveré”: enseñar, deleitar y conseguir que el oyente tome partido por la causa defendida por el orador en el discurso. El hecho de que los griegos postulasen algo parecido mucho antes para el arte ha hecho que esta triple finalidad se haya extendido a cualquier forma de expresión estética, desde el teatro a la música, y, por supuesto, a cualquiera de los géneros y formatos audiovisuales de ficción: largometrajes, cortometrajes, series, miniseries, animación...
De estos tres conceptos (educar,
entretener, mover) el que más polémica ha generado es el último; aunque, en
realidad, tampoco está claro en qué sentido el arte educa (¿forma, muestra, adoctrina?) o entretiene (¿divierte, emociona, evade?). En el caso de moveré, el concepto
una veces se interpreta como la capacidad de la obra artística de emocionar, de
cambiar mi estado de ánimo y, en consecuencia, sería algo similar al concepto “vivencia
estética”. Otras veces, en cambio, moveré se refiere a una parte de esa
vivencia o, más bien, a su mayor consecuencia, pues implicaría que el que ha
contemplado la obra de arte realiza una cosa o un comportamiento
determinado incitado por esa obra y, muy a menudo, imitando esa obra.
Cuando en los comienzos del cine aparecen en la prensa noticias que dan cuenta
de que un ciudadano ha cometido un robo, un secuestro o cualquier
otro acto delictivo copiando lo que había visto antes en una película, se estaba
hablando del movere. En realidad, muchas de estas noticias pretendían justificar
la necesidad de que se instaurase la censura cinematográfica justamente por esa
capacidad de las películas de cambiarnos, de hacer que imitemos lo bueno y lo
malo de lo que sale en la pantalla. Por razones similares Platón prohibía que
se representase teatro en su República o estado ideal y hoy nosotros
establecemos ciertas restricciones para los menores. Es más, el tema de la
influencia de los medios (de la publicidad, de los informativos, de las
películas, etc.) se ha convertido en una de las cuestiones más estudiadas y polémicas
de las Ciencias de la Comunicación.
En la historia del cine y de la televisión hay numerosas películas y series que han demostrado su capacidad para mover al público. Desde los que se afiliaban al Partido Comunista después de ver El acorazado Potemkin (1925) a quienes por culpa de una película de terror esa noche miran debajo de la cama, pasando por la moda de los pantalones vaqueros, los fans de La guerra de las galaxias que se visten como sus personajes, los 35 matrimonios que en 1985 surgieron de una caravana de mujeres que imitaba la que los solteros del pueblo de Plan (Huesca) habían visto en la película del oeste Caravana de mujeres (1951) (http://www.youtube.com/watch?v=GrGxz9u1yVQ), los ciudadanos que ponían un pie en la puerta de la cabina de teléfonos para que no se cerrase tras ver La Cabina (1972), las personas que se hacen médicos, abogados, periodistas o criminólogos por cierta serie de televisión o, y hay muchos más casos, la idea que recientemente ha tenido la Casa Blanca.
En la historia del cine y de la televisión hay numerosas películas y series que han demostrado su capacidad para mover al público. Desde los que se afiliaban al Partido Comunista después de ver El acorazado Potemkin (1925) a quienes por culpa de una película de terror esa noche miran debajo de la cama, pasando por la moda de los pantalones vaqueros, los fans de La guerra de las galaxias que se visten como sus personajes, los 35 matrimonios que en 1985 surgieron de una caravana de mujeres que imitaba la que los solteros del pueblo de Plan (Huesca) habían visto en la película del oeste Caravana de mujeres (1951) (http://www.youtube.com/watch?v=GrGxz9u1yVQ), los ciudadanos que ponían un pie en la puerta de la cabina de teléfonos para que no se cerrase tras ver La Cabina (1972), las personas que se hacen médicos, abogados, periodistas o criminólogos por cierta serie de televisión o, y hay muchos más casos, la idea que recientemente ha tenido la Casa Blanca.
El 29 de enero de 2014 el
equipo de gobierno de Estados Unidos celebró una jornada de puertas abiertas llamada
El Día del Queso o Big Block of Cheese Day copiando u homenajeando un argumento
que alguien del equipo de Obama había visto en la serie de televisión El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing). En realidad, tal tradición existió. Se remonta
a 1837 y se celebró durante varios años. Consistía en invitar a los ciudadanos
a visitar la Casa Blanca y probar un poco de queso al tiempo que se relacionaban
con políticos y funcionarios. Luego la tradición, como decíamos, fue recordada
por la serie El ala oeste de la Casa
Blanca en el episodio 16 de la segunda temporada titulado “Somebody's Going to
Emergency, Somebody's Going to Jail” (Alguien va a
Urgencias y alguien va a la Cárcel). Fue
emitido el 28 de febrero de 2001. En una de sus tramas, el personaje de Leo
Thomas McGarry (John Spencer), Jefe de Personal de la Casa Blanca, tiene la
idea de recuperar El Día del Queso. Ahora bien, la jornada convocada por el
equipo de Obama solo ha sido virtual, respondiendo a preguntas a través de las
redes sociales.