“Cuando quiero comunicar un mensaje, voy a la oficina de correos”. Esta frase, u otra muy parecida, ha sido atribuida a varios escritores y artistas, entre otros, al dramaturgo Jardiel Poncela y al director de cine Alfred Hitchcock. Con ella se quiere expresar un rechazo al relato con mensaje, con moraleja, con aforismos, con máximas, con lecciones, con un significado político, social o moral concreto. Tales fórmulas serían propias de los cuentos para niños y de las fábulas (es decir, de narraciones infantiles y populares), además de corrresponder a la literatura pedagógica, la literatura militante, la propaganda, las obras de tesis y, en fin, narraciones más bien de segunda fila. Por otro lado, como señala Umberto Eco, esta literatura olvida que los textos artísticos son siempre obras abiertas: contienen numerosas e inesperadas lecturas, interpretaciones no previstas por el autor.
Asumiendo ambas cosas (perceptivas contrarias al mensaje y carácter abierto de la obra artística), nos encontramos con que algunos cineastas entienden que las películas son tan influyentes que ellos mismos se confieren una gran responsabilidad como creadores. Por eso ciertas poéticas propugnan un cine comprometido, sobre todo, las poéticas de izquierda (la de Elías Querejeta y Fernando León de Aranoa, la de Ken Loach y Costa-Gavras), pero también las poéticas liberales (la de Frank Capra, Billy Wilder o Sidney Lumet). Incluso se acepta un cine, digamos, militante en tiempos de crisis: guerras, revoluciones, depresiones, totalitarismos...
Bajo esta doctrina descubrimos que existen toda una serie de recursos retóricos que buscan subrayar la construcción de sentido, o mejor dicho, la parte que le corresponde al autor (el sentido autorial). Me refiero, por ejemplo, a los diálogos que contienen sentencias, preguntas retóricas y largos discursos, como en El gran dictador (The Great Dictator, 1940). Una muestra sería la sentencia “Quien salva una vida salva el mundo entero”, de la película La lista de Schindler (Schindler's List,1993). Es lo que puede denominarse como la expresión verbal del tema del relato. Las tres figuras, insisto, serían rechazas por muchos autores en virtud de, por ejemplo, la ley antidisgresiva, según la cual las alocuciones, las parlamentos filosóficos, las reflexiones… entorpecen la acción. También es fácil caer en la propaganda. Así sucedía en la serie Crónicas de un pueblo (TVE, 1972), donde por orden de Carrero Blanco en cada episodio se decía, como sentencia, un principio del llamado Movimiento (los principios constitucionales franquistas).
Bajo esta doctrina descubrimos que existen toda una serie de recursos retóricos que buscan subrayar la construcción de sentido, o mejor dicho, la parte que le corresponde al autor (el sentido autorial). Me refiero, por ejemplo, a los diálogos que contienen sentencias, preguntas retóricas y largos discursos, como en El gran dictador (The Great Dictator, 1940). Una muestra sería la sentencia “Quien salva una vida salva el mundo entero”, de la película La lista de Schindler (Schindler's List,1993). Es lo que puede denominarse como la expresión verbal del tema del relato. Las tres figuras, insisto, serían rechazas por muchos autores en virtud de, por ejemplo, la ley antidisgresiva, según la cual las alocuciones, las parlamentos filosóficos, las reflexiones… entorpecen la acción. También es fácil caer en la propaganda. Así sucedía en la serie Crónicas de un pueblo (TVE, 1972), donde por orden de Carrero Blanco en cada episodio se decía, como sentencia, un principio del llamado Movimiento (los principios constitucionales franquistas).
Sin embargo, la tradición que se ha servido de la voz temática ha sabido “abrir” sus relatos con diversos procedimientos y ha cubierto de miel la medicina (el mensaje) para que pase mejor, esto es, ha querido que el contenido ético cobre un peso importante sin que ello signifique oscuridad, aburrimiento y dogmatismo. Así unas veces hay varias voces temáticas (varios personajes manifestando su opinión) que se enfrentar entre sí o que dan al público distintas alternativas o interpretaciones. Dos casos sobresalientes son El séptimo sello (Det sjunde inseglet,1957) y Traffic (2000). Otras veces el relato es una demostración de la falsedad de la sentencia. Y, como su propio nombre indica, en ocasiones el mensaje se plantea en forma de pregunta (retórica).
El vídeo contiene ejemplos de sentencias. La sentencia es una frase puesta en boca de un personaje que contiene la premisa del relato (qué opina el autor del tema del que trata la narración audiovisual: que opina del amor, de la pena muerte, de la contaminación, de Dios, etc.). Normalmente reúne tres características: la pronuncia el personaje que hace de protagonista o bien el mentor, se repite varias veces en el relato y hasta suele ser el último parlamento del relato. Estos son algunos ejemplos de sentencias sobre el amor:
“Amar significa no decir nunca lo siento” ( Love Story , 1970)
“Los hombres y las mujeres no pueden ser amigos porque el sexo siempre se interpone entre ellos.” (Cuando Harry encontró a Sally, When Harry Met Rally,1989)
“(En el amor) El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces. Ese es el trato.” (Tierras de penumbra, Shadowlands, 1993)
“Lo más grande que te puede suceder es que ames y seas correspondido.” (Moulin Rouge, 2001)