Incipit es una palabra que deriva del latín incipio: empezar. Designa el punto en que el mundo real del lector o espectador se sumerge en el mundo posible del texto, ya sea éste ficcional o de no ficción. Dependiendo del medio de expresión ese punto puede estar marcado por las primeras palabras o frases de una novela, por la primera escena de una obra de teatro, por las primeras imágenes audiovisuales de una película, por los primeros compases de una música. Es como abrir las tapas del libro para encontrarnos con las primeras palabras o como correr el telón del teatro para presenciar la primera escena de la representación.
El incipit de la Biblia es: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra…”. Los cuentos comienzan por: “Erase una vez….” o “No ha mucho tiempo…". Las primeras palabras de David Copperfield son: “Al iniciar el relato de mi vida con el principio de mi vida debo hacer constar que nací…”. La Regenta empieza por: “La heroica ciudad dormía la siesta." En Crónica de una muerte anunciada se lee: “El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5´30 de la madrugada para esperar el buque en que llegaba el obispo”. La Divina Comedia comienza por los versos: "En medio del camino de la vida / me encontré en una selva oscura / porque la recta vía había perdido." Albert Camus abre El Extranjero escribiendo: "Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé". El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, se abre con las palabras: "Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba Historias vividas, una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera.”
Con estas primeras palabras se fija, por un lado, el lugar, el tiempo y el personaje principal de la historia y, por otro lado, el tono y la personalidad del relato, su género y su estilo, esto es, el autor sitúa la ficción, fija sus estrategias narrativas y, con todo ello, trata de enganchar al lector o espectador. En la Metamorfosis, un relato existencial en clave de baja fantasía, Kafka dice: "Esa mañana, después de una noche de sueños intranquilos, Gregorio Samsa comprendió que se había convertido en un enorme insecto". Gabriel García Márquez comienza Cien años de soledad, perteneciente al realismo mágico, con la frase: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".
En el caso de la obra audiovisual nosotros hemos hablado de “punto de ataque” para designar lo que desde la teoría literaria se llama el incipit. Es decir, el punto de ataque es la escena o primeros planos que dan comienzo a una película, una serie u otro programa audiovisual: sus primeras imágenes plásticas y sonoras. Como hemos comentado en el post “in media res”, ese comienzo puede corresponder a: 1) los títulos de crédito (cuyo contenido en su forma más austera comunican, como poco, el tono y el estilo del relato); 2) la situación inicial (que presenta al protagonista en su espacio y su tiempo); 3) el incidente desencadénate (un suceso de carencia, fechoría, alejamiento, etc., que fija una meta en el protagonista); 4) si se rompe el orden cronológico, un punto de la acción perteneciente al pasado o al futuro; y 5) una cita, una dedicatoria, una referencia, una advertencia... Se discute si las altenativas 1 y 5 forman parte del incipit. Depende de los casos. Pero, desde luego, cabe la posibilidad de que en ellos esté el comienzo del relato o la posibilidad de nos den la clave de su interpretación, como sucede en Pulp Fiction.
Por otro lado, en el caso de los créditos, pueden narrarse varias cosas a la vez. Los nombres de los profesionales van superpuestos sobre unas imágenes que corresponden a la situación inicial, al incidente desencadenante o al suceso desplazado o bien se dan dos o tres créditos (la compañía, el director…) y luego se pasa a la “acción”.
Por otro lado, en el caso de los créditos, pueden narrarse varias cosas a la vez. Los nombres de los profesionales van superpuestos sobre unas imágenes que corresponden a la situación inicial, al incidente desencadenante o al suceso desplazado o bien se dan dos o tres créditos (la compañía, el director…) y luego se pasa a la “acción”.
Naturalmente, cada una de estas opciones traza un marco más claro o un tránsito más suave entre la vida y el texto. Así, dar los créditos por sí solos, es como si nos obligasen a leer la portada y contraportada de una novela o el programa de mano de una representación. Son el marco que, como la moldura de un cuadro, contienen el texto y ciertas claves para entenderlo, pero todavía el relato propiamente dicho no ha comenzado. Cada vez más se impone el incipit o punto de ataque que golpea al espectador con una acción fuerte, algo que, en relación con las series, los americanos llaman "teaser". Luego se colocan los créditos.