Una vez más empezamos por
la definición. ¿Qué entendemos por tema? La RAE dice: “Asunto general que en su argumento desarrolla una obra literaria.” Por ejemplo, el tema de Otelo es los celos.De Don Quijote, las novelas de
caballerías. De Tartufo, la
hipocresía. De El sí de las niñas, la
educación de las mujeres.
En realidad, la expresión “asunto
general” enuncia muy mal lo que es el tema. Para los escritores, el tema es el
contenido ético que en su argumento desarrolla un relato. Desde ciertas
perceptivas, el tema es tan importante que, en realidad, el argumento no es más
que una demostración del tema o, mejor dicho, de lo que el autor opina del
tema. Hay relatos a favor y en contra del divorcio, la pena de muerte, la eutanasia,
los toros, la prensa o cuarto poder, las novelas de caballería, la homosexualidad, Franco, Dios, etc. El
escritor plantea una construcción de sentido en la que la intriga argumental
(por ejemplo, ¿quién es el asesino?) está al servicio de una intriga temática (por
ejemplo, ¿es lícito el ojo por el ojo?). En el clímax, sabemos quién es el
asesino y también si ha sido apresado por la policía o ha sufrido la venganza
de un familiar de la víctima.
Para construir el tema sin
apriorismos y dogmatismos, para que no huela a ideología, es fundamental el
concepto de “centro del bien”. Saber qué es lo correcto en cada una de nuestras
acciones es tan complicado que los humanos hemos desarrollado una disciplina
que llamamos ética (o moral si lo llevamos al terreno de lo religioso). La ética es la parte de la filosofía que se
ocupa del bien, de lo que está permitido y está prohibido en una sociedad, de
lo que es tótem y de lo que es tabú. Aristóteles en su Ética a Nicómaco habla de que el hombre debería buscar el "justo medio, que está entre dos vicios que pecan, el uno por exceso y el otro por defecto". En este sentido, si un relato trata de los
celos lo que plantea es una desviación de un centro del bien que llamaríamos
amor. Lo mismo sucedería si el relato tratase de todo lo contrario, la apatía
en la pareja. Lo relevante es que nos atraen más aquellos relatos donde no
sabemos muy bien dónde está el centro del bien, ya sea porque es difuso o porque
hay muchas excepciones. Claramente hay temas que dividen a la sociedad, como
el aborto, la eutanasia o la libertad para llevar armas.¿Hay aquí un justo medio?
Cuando vemos la serie Westworld, cuyo
tema es el mito de Prometeo, es decir, nuestra futura relación con los robots,
los guionistas nos están haciendo reflexionar sobre cómo debemos tratarlos,
sobre dónde está el centro del bien en nuestra interacción con la tecnología. El mensaje de la serie es que los placeres violentos
(aunque sean en un entorno virtual o tecnológico) tienen finales violentos, o lo que es lo mismo, que también
deberemos aplicar una ética en nuestras relaciones con las máquinas. Don Quijote tomaba los molinos
de viento por gigantes y nosotros a los robots, ¿por quién les tomamos?