Son memorables, en efecto, los títulos de Intolerance (Intolerancia, 1916), los de las películas de terror, los trabajos de Pablo Ferro para películas como Teléfono Rojo (Dr. Strangelove, 1964) y Cowboy de media noche (Midnight Cowboy, 1969) y los créditos de Saul Bass para Vértigo/De entre los y muertos (Vertigo, 1958), Anatomía de un asesinato, (Anatomy of a Munder, 1959), Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), Psicosis (Psycho, 1960), West Side Story (1961) y Casino (1995). Estas películas demuestran que diseñar unos créditos que den el sentimiento del relato o que resuman metafóricamente su pensamiento puede ser una decisión preferible a entrar de lleno en la acción. También se recuerdan los créditos de El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942) y la segunda parte de Iván, el terrible (Ivan Grozni, 1945) porque se dan con una voz superpuesta. Y en los últimos años se ha destacado el trabajo del equipo de los Estudios Gatti, que concibe el grafismo de las películas de Almodóvar, como Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).
Tras
la llegada de la televisión, los títulos extradiegéticos, sobre todo
los que simplemente dan a conocer al reparto y los técnicos sobre un
fondo negro, caen en desuso, aunque son típicos del cine de Woody Allen.
Se prefiere que los nombres y los cargos se pasen al mismo tiempo que
comienza a contarse la historia. También cada vez es más habitual dar
al principio los créditos fundamentales (productora, título y poco más) y
dejar para el final el resto.
A continuación recogemos un enlace a un vídeo en cuatro partes sobre este tema de La aventura del saber. Fue emitido por TVE. Se basa en el libro Uncredited de Gemma Solana y Antonio Boneu, que recoge la evolución en el tiempo de los títulos de créditos.
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