En los inicios del cine los operadores de cámara descubren que los gustos del público conducen el nuevo invento y, por lo tanto, su trabajo, hacia tres grandes alternativas: 1) rodar grandes monumentos, inauguraciones, desfiles militares, bodas reales, botaduras de barcos, etc. ( cine mostrativo ); 2) rodar espectáculos deportivos, de feria y de variedades ( cine de atracciones ); y 3) rodar relatos ( cine de argumento ). De estas tres opciones, la segunda despareció de las salas de cine hace mucho tiempo; la tercera es hoy hegemónica; y la primera, tras un largo periodo de decadencia, vive una etapa de cierta recuperación gracias al documental.
En efecto, el número de producción de documentales ha crecido en los últimos años, algunos llegan a estrenarse en las salas comerciales (y con importante éxito) y hasta ganan al cine de ficción en algunos festivales. Lipovetsky y Serroy, en su libro, La pantalla global (2009, 143-162), explican esta “venganza de los Lumiére” por tres circunstancias: los documentales son un sustituto de las grandes ideologías, manifiestan el deseo del público de mostrarse crítico con la realidad que le rodea y proporcionan a los ciudadanos argumentos para gobernarse solos. ¿Compartes esta explicación? ¿Has comprado una entrada de cine para ver un documental?
Si miramos atrás, en la decadencia del cine mostrativo influyó, desde luego, la televisión: sus telediarios, sus programas de reportajes y debates, sus directos y su propia producción de documentales. Pero también intervino el hecho de que el cine mostrativo fue considerado casi siempre como una opción menor, una vocación propia de periodistas, algo ajeno a los “artistas”. Sin embargo, la representación de la realidad plantea tantos problemas éticos y estéticos como los que nos podemos encontrar en el cine de argumento o en esa categoría que nace más tarde y llamamos cine experimental. Después de todo, un documental es un ensayo ético y poético sobre la “realidad” que nos rodea. Contiene una interpretación del mundo mediante imágenes y sonidos tomados de la realidad y que son un reflejo de esa realidad. Por ejemplo: ¿un plano secuencia es más objetivo que una sucesión de quinces planos?, ¿una voz superpuesta es puro artificio?, ¿por qué esa voz es en el 90% de los casos masculina?, ¿la suma de subjetividades (de personas entrevistadas) conduce a la objetividad?, ¿puede haber actores en un documental?, ¿y música extragiética?, ¿llamarías documental a una narración audiovisual sobre la fauna que existirá en la tierra en el año 3333?, ¿la puesta en escena del documental describe (enumera, ilustra, ordena…) o relata (dramatiza, escenifica, escaleta…) la realidad?
La complejidad del documental ha sido puesta de manifiesto por muchos estudiosos del cine, en especial, Bill Nichols, autor de La representación de la realidad: cuestiones y conceptos sobre el documental (1997) e Introduction to Documentary (2001). Partiendo de su propuesta, hemos establecido diez modos narrativos o formas de narrar dentro del documental, diez grafías que han coexistido a lo largo de la historia del cine e, incluso, pueden darse varias de ellas dentro de un mismo documental:
1. El modo observacional . Es un intento por parte del documentalista de rodar la realidad con un grado cero de escritura, esto es, mediante decisiones estéticas mínimas y que nunca “traicionen” la realidad que se capta. Esa es la aspiración de la escuela documentalista llamada “cine directo”.
2. El modo interactivo o participativo. Son documentales construidos con entrevistas y, por lo tanto, suele cobrar gran presencia la palabra y los primeros planos de las personas que rememoran o comentan la realidad, como en Shoah (1985).
3. El modo expositivo . Se confunde con los programas divulgativos, pues es un documental muy estructurado, con mapas, esquemas, dibujos, pequeñas anécdotas, ejemplos y casi siempre “conducido” por una voz superpuesta descriptiva.
4. El modo preformativo . El documentalista “crea” la realidad al intervenir y provocar los hechos, como en el cine Michael Moore (1954-).
5. El modo reflexivo . Se basa en el efecto de extrañamiento, pues el documentalista pretende que el espectador no solo reflexione sobre el contenido del documental sino también sobre el proceso de enunciación del contenido. Está presente en los documentales de Jean-Luc Godard (1930-) y Raúl Ruiz (1941-).
6. El modo poético . La forma, y con ella la emoción estética, se anteponen al contenido, a la argumentación, confundiéndose con el cine experimental, como en las llamadas “sinfonías” (de imágenes) de una ciudad.
7. El docudrama . Las personas hacen de sí mismas delante de la cámara, nos cuentan su realidad, incluso “interpretan” sucesos del pasado. Hoy este modo triunfa en la televisión con programas como Supernanny .
8. El modo actorial . Actores profesionales “escenifican” ciertos hechos, pero no estamos ante cine de ficción (dramático o histórico) porque se ilustra más que se dramatiza y, además, una voz omnisciente nos da la lectura de esos hechos “reales”. También es un modo que hoy predomina en la televisión, en especial, en los documentales de Historia.
9. El documental de montaje . Se toman imágenes rodadas por otros y se disponen con otra construcción de sentido, lo que incluye una voz superpuesta que da a las imágenes un sentido no previsto en el momento de rodarse, como en Caudillo (1977) y L’oeil de Vichy (1993).
10. El falso documental (fake o mockumentary). Utiliza el “artificio” del documental, es decir, adopta la forma de los modos anteriores (la entrevista, la toma larga, la cámara en mano, el desenfoque, según el caso) para contar algo que es pura invención, como en Matar al presidente ( Death Of A President 2006), donde supuestamente se asesina a George W. Bush (1946-).
En el vídeo puedes encontrar un ejemplo de cada modo y un caso más en el que te reto a que descubras cuál es su forma de narrar. Deliberadamente he puesto varios ejemplos de documentales de televisión. Y, en algún ejemplo, el modo del fragmento seleccionado no se corresponde con el modo característico o predominante del documental citado. Se trata, digamos, de una “licencia” o bien el documentalista emplea el principio de la armonía (variedad dentro de una unidad), como en Cosmos (PSB, 1980), claramente perteneciente al modo expositivo. ¿Un lío? Por cierto, ¿la manía de este blog de clasificarlo todo te parece útil, te ayuda a “ver mejor”, o crees que su contenido resulta reduccionista, poco práctico y hasta confuso?