“¿Y por qué este mundo es así?”, nos decimos a
menudo. Pero así, ¿cómo? ¿Cómo es el mundo? ¿Alguien lo tiene claro? El mundo
puede ser, en realidad, un pedazo borroso de memoria, una matriz informática, un
sueño surrealista, un absurdo kafkiano, una paranoia, una explosión de fuerzas
casi mágicas, un ecosistema al borde del apocalipsis, una predicción fracasada
o, en fin, solo la antesala del más allá.
El relato se ha
planteado a menudo esta pregunta. De hecho, son famosas las frases de
Shakespeare: “El mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros
actores”; o aquella otra que dice que la vida es: “Un cuento contado por un
idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa". Con estas frases, el
dramaturgo inglés da cuenta, además, de la existencia de otro mundo paralelo a
este: el de la ficción. Incluso Umberto Eco desarrolló la teoría de los “mundos
posibles” para evidenciar cómo los artistas trasladan a sus obras distintas
interpretaciones de la realidad o bien expresan su complejidad. Básicamente,
denuncian el mundo existente, proponen un mundo nuevo y cuestionan que lo que
llamamos realidad sea tal cosa. Esto también se da en la ficción audiovisual. Uno de los últimos ejemplos es la película Her (2013). En concreto, estas son diez de las interpretaciones más
frecuentes que se dan en el cine sobre esta cuestión:
1. La matriz
La película Matrix (1999) está a medio camino
entre el mito de la caverna y Alicia en el país de las maravillas. Su
mensaje es: “El mundo que vivimos no es real”; es un sistema de símbolos y
representaciones (como esta página) que tiene su propia dinámica, una dinámica
muy atractiva en la que el hombre queda atrapado. Por eso, como dice Morfeo, la
mayor parte de la gente no quiere desenchufarse. Hay que convencerles que,
utilizar la “matriz” para aquello para lo que no está programada, es la única
forma de liberarse de su tiranía.
2. La ficción
Pleasantville es un pueblo en el que transcurre una
serie de televisión. Aparece en blanco y negro porque estamos en los años
cincuenta del siglo XX, aunque, en realidad, es así porque en ese pueblo (en
esa serie) está muy claro qué es lo bueno y qué es lo malo. Todo es tan nítido,
tan evidente, tan perfecto, que nada cambia, que no es preciso que los
personajes se planteen preguntas. Hasta que llegan dos personas que lo
cuestionan todo y en ese mundo en blanco y negro comienzan a aparecer manchas:
manchas de color. Esas manchas son el inconformismo, el cambio, la imaginación,
la pasión…
3. La paranoia
Hay tantos mundos
posibles como psicopatologías. Una de ellas puede ser la paranoia. El club de la lucha (1999) viene a decir: “Pégame para despertar de este mundo consumista”. Pero el giro sorprendente del filme revela que también
aquí impera la apariencia. El protagonista y la persona que éste busca, Tyler Durden, son la
misma persona, o lo que es lo mismo, toda la historia sobre un hombre que se
propone por meta derrotar este mundo consumista, a través de una organización
anticapitalista y anticorporativista llamada "Project Mayhemso”, solo es
un paranoia, un delirio de un enfermo mental. La contracultura, podría sostenerse,
es el delirio de un loco peligroso. El sistema dice: “Volar mi mundo para
sustituirlo por otro que solo es un sueño, un delirio, es propio de estúpidos”.
¿Pero solo podemos escoger entre ser consumistas o terroristas? ¿Hay que
elegir vivir en un mundo alienado o bien en un mundo de “jackass” y
tarados?
4. Lo kafkiano
El proceso (1925) es una novela
póstuma de Franz Kafka. El protagonista Josef K. es arrestado sin que nadie le
dé una explicación ni sepa de qué se le acusa. El relato ha dado lugar a la
expresión “kafkiano”, que designa una situación angustiosa y absurda, un mundo
atrapado en su propio engranaje, un mundo que ha olvidado los fines y solo se
rige y piensa en los medios, ya sea la burocracia, el sistema económico o
las redes sociales. Orson Welles llevó la novela al cine en 1962 y tradujo a
imágenes el sentido de lo kafkiano.
5. El sueño
Después de la matriz,
la ficción, la paranoia y lo kafkiano, una quinta forma enmascaramiento de la
realidad, quizás la más repetida en el cine y la literatura, es la confusión
entre sueño y realidad. Un perro andaluz (1929) sostiene la tesis de
que, en verdad, la realidad está en lo sueños, de que en ellos revelamos los
más profundo de nosotros mismos. El surrealismo es más lúcido que el realismo.
6. Lo mágico
Como agua para
chocolate (1992) y Amélie (2001) coinciden en que presentan a dos mujeres que
saben sobreponerse a sus desgracias porque descubren el lado “mágico” de las
emociones, una interviene con sus platos de cocina, la otra, con sus afectos.
Gracias a ellas descubrimos que otro mundo es posible. La vida se impregna de
una especie de realismo mágico, el mundo adquiere una connotación fantástica,
los hechos que se muestran parecen insólitos, son improbables, casi milagros,
pero se perciben con normalidad porque, en efecto, los milagros suceden, el
amor los provoca.
7. La memoria
¿Qué pasó el año
pasado en Marienbad? Depende de quién lo recuerde. Él vivió una gran historia
de amor. Ella le ha olvidado. Con El año pasado en Marienbad (1961),
Resnais quería hacer una película sobre la memoria para explicar cómo el mundo
se construye de humo: no recordamos el fuego que encendimos sino tan solo un
síntoma vago, pequeñas partículas en suspensión, que demuestran que algo
importante pasó. Nuestro mundo está hecho de pedazos de memoria borrosos.
8. El mito
La idea de una
civilización incivilizada, de un mundo violento, voraz y corrupto, suele ir
unida al mito del buen salvaje (el hombre que es bueno por naturaleza pero la
sociedad le corrompe) y al mito del retorno a la naturaleza (solo evitaremos el
apocalipsis si recuperamos la armonía con el entorno). Los hombres primitivos,
con sus taparrabos y sus amuletos, lejos de ser incultos y supersticiosos,
deberían ser para nosotros modelos de sabiduría y pureza. Porque el hombre
actual es una especie invasora, parásita y predadora. En la ficción esta idea
de un mundo más feliz cuanto mejor el hombre se integra con el ecosistema se ha
plasmado en las historias de Tarzán, Mogli o en este filme de Truffaut, El
pequeño salvaje (1969).
9. La predicción
Mientras que el mito
del paraíso perdido parece encontrar un mundo mejor en cierta vuelta al pasado,
la prospectiva se ocupa de predecir lo que puede venir y, sobre todo y más
difícil, trata de inventar un mundo futuro mejor. La ciencia-ficción es el
género literario que ha explorado estas posibilidades, aunque ha propuesto casi
más distopías que utopías. Dos propuestas del siglo pasado, las novelas Un
mundo feliz (1932) y 1984 (1949), ambas llevadas a la pantalla,
acertaron en ciertos aspectos, pero fracasaron en su prospectivas de cómo sería
nuestro mundo. Hoy continúan las guerras y el arte, pese a lo dicho en la
primera novela, y han caído los totalitarismos, en contra de lo previsto por la
segunda.
10. El más allá
La posibilidad de que
exista otro mundo después de la muerte, ya sea en forma de paraíso o de
infierno, ha hecho compatible la idea de que, en realidad, el aquí y el allá no
tienen por qué ser mundo sucesivos (uno después del otro) sino mundo paralelos.
En este sentido, lo vivos podrían conectar con los muertos (nuestros
antepasados, las almas en pena, los santos…), o lo que es lo mismo, ya en este
mundo se podría tener contacto con el mundo verdadero: el mundo de lo sagrado o
de lo espiritual. Un ejemplo con este motivo es el filme Más allá de la vida
(2011).
Con estos motivos, el cine platea en el espectador
preguntas como: ¿En qué mundo te gustaría vivir?, ¿Cuál debería desaparecer?,
¿Por qué en cada época predomina uno u otro? Pero, sobre todo, como
decíamos, este cine traslada una visión del mundo que tiene por tema el propio
mundo: su ontología, sus límites. El mundo, en este sentido, se vuelve
inquietante porque puede ser muchas cosas distintas y muy alejadas de lo real:
una matriz, una ficción, una paranoia, un contrasentido, un sueño, un
encantamiento, un recuerdo, un mito, una prospectiva o tan solo una prueba para
ganarse el cielo.
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